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El Valorador
Capítulo I
| El Valorador. 10.05.17 | |  Allí estaba yo, en medio de una penumbra estudiada con la experiencia que le otorgaban los miles de ¨bichos¨ que me habían precedido para tener que verse sometidos igualmente a aquel individuo que se ocultaba tras una mesa de despacho, que hacía cien años, tal vez hubiese sido tan moderna como la vieja butaca en la que me trataba de hundir escapando de la intimidación de la voz profunda, cadenciosa, intimidatoria de un hombre con rasgos de gigantismo. Absolutamente todo en ese sitio estaba pensado para que no pudieses pensar, para que solo quisieras huir de allí regalándole una nueva victoria a Mario. Cuando ya estaba a punto de rendirme sonó su teléfono móvil, y entonces, pude ver como su enorme cuerpo se iba desenrollando como un colchón hinchable hasta que su cara desapareció en la oscuridad que no alcanzaba a iluminar la lámpara de su despacho. Ante mí tenía la hebilla de un cinturón que parecía decirme: ¨ Espere aquí¨. Ni un, ¨disculpe ahora vuelvo¨ o ¨perdone debo contestar a esta llamada¨. ¿Para qué gastar energía con un ¨bicho¨? ¿Para qué estropear el despotismo intimidatorio con una frase educada que diese margen a pensar que tras la fachada de aquel valorador de daño corporal existía una persona como yo? |
Al dejarme solo en el despacho sentí un profundo alivio, que en seguida se convirtió en cólera cuando pude escuchar la conversación de Mario con quien parecía ser otro valorador. -Me da tiempo. No te preocupes estoy con el último ¨bicho¨: un ¨me duele el cuello¨. Era absolutamente denigrante. Yo era un ¨bicho¨ al que una furgoneta le había golpeado cuando me encontraba parado en mi coche esperando a que el semáforo se pusiera en verde. Ahora, un par de meses después mis manos se seguían durmiendo y el dolor de mi cuello a veces era insoportable. Pero…Me había convertido en un ¨bicho¨ con un esguince cervical diagnosticado en las urgencias del hospital que padecía un ¨me duele el cuello¨ que le debería costar el menor dinero posible en rehabilitación, médicos, baja laboral, a la compañía del seguro. En eso consistía el trabajo de Mario, en reducir los costes estimados de indemnización de cada ¨bicho¨. Y parecía que lo debía hacer bien a tenor de su deportivo y su mansión en la playa. -A las tres en el hoyo uno. Hoy no me da tiempo a comer en la casa club, contestó Mario finalizando la llamada.
Antonio Sánchez Varela
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