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Molino de papel
Rafa, sin pico ni céducla... | Cuentos y relatos globales. 14.02.21 | | La buena rutina de un amigo que hace de su costumbre y sus paseos matutinos, su sana forma de vida.Escribe; Walter Pimienta.- A Rafa, desde muchísimo antes de la pandemia, y ni siquiera con la llegada de esta que dizque no perdona viejos, jamás de los “jamaces” lo ha detenido ningún confinamiento, pues, desde joven, anda todo el día por el pueblo, de aquí ara allá y de allá para acá, inspirado en su propia historia. En la de saber, quién nació, quién murió, quién se casó, a quién lo dejó la mujer, por qué el alcalde no hace un carajo, quién está quebrao, quién se mudó, quién vendió la casa… De otra manera dicho; a Rafa no lo detiene nada ni nadie. El, esto de salir a caminar, que de paso le sirve para saber qué ocurre y qué no ocurre en la comunidad, al tiempo que sin ningún interés le hace un mandado a alguien, no lo hace por prescripción médica, lo hace por su cuenta y deber y así evitar el estrés y la angustia que el mismo encerramiento le causa; de modo que, bien temprano, con el tapaboca en su boca, a sus sesenta y algo, a las cinco y media de la mañana, Rafa sale cotidiana y religiosamente y, poniendo marcha al sitio más alto de la localidad, llamado “El Cerro de la Cumbre”, cada paso que da, lo da a favor de sus vías respiratorias, de sus bronquios y sus pulmones, así como por el endurecimiento vital de sus piernas de acero loma arriba…Y ahí, en medio de la penumbra y de la neblina característica de los pueblos de la sabana, a siete grados, resguardado en ropa gruesa para el frío, ahí va Rafa… Rafa puesto en escena bajo la ilusión visual de la luz amarillenta de los focos de la calle, hasta que el sol, y el aire libre de un nuevo día, luego de tres horas de caminata por entre el húmedo pasto, le permitan, loma abajo, “el vuelo de sus alas” de regreso a su casa… Por años, meses y días , Rafa hace esto, felizmente atrapado en su quehacer y sin miedo ahora al coronavirus. Veranos, inviernos, un paso leve de la primavera y una que otra hoja caída del otoño criollo, lo han visto pasar, cruzar esquinas, atravesar calles y callejones, siguiéndole la pista a la vida. | Rafa tiene trazado el mapa de su rutina diaria y una carta de “viaje” en la que “con un chulito”, señala las diligencias hechas. Él es de esas personas que está dispuesta a ir, cuatas veces sea posible, al sitio donde le dijeron quinientas mil veces no hasta que un día le dicen sí…En el pueblo, afirman que él camina más que la epidemia porque nació con espíritu de nómada urbano a fin de cumplir su viaje a pie en la vida… Las vueltas y revueltas que Rafa hace a diario por el pueblo, calculan los matemáticos locales, en línea recta, y de haber sido posible, le dan para haber ido y volver de París, tres veces y le sobran metros… de lo que dejan constancia por el gasto de las suelas de sus zapatos que, con solo ponérselos, se saben “de memoria” los pasos de su rumbo y los sitios donde en descampado se detiene para que, sonriente, le tomen una foto con la gracia de rostro banal y, en la pausa, para combatir el frío, se toma un tinto bien caliente. Luego de los alucinados paseos diarios de Rafa, la gente le pregunta dónde estuvo y, él, con una mirada inédita, como si fuera la primera vez que le preguntan esto, habla de lo siempre visto. De las mismas fachadas, de las mismas caras, de los mismos escenarios, del mismo pueblo y del mismo cementerio donde, infaltable, cada mañana, lleva flores nuevas a la tumba de su mamá… Rafa añora la escenografía antigua de su pueblo…y, por lo tanto, recuerda la calle y la casa de los Reyes, la de los Navarrete, la de los Borja, la de los Amaya, la de los Bernal, la de los Gonzalez, la de los Jiménez, la de los Rodríguez… en fin…Rafa sabe si los vestidos que cuelgan en las vitrinas de los almacenes del pueblo, son nuevos o llevan años y años de estar exhibidos ahí esperando clientes… y en la práctica y la teoría, igual conoce dónde puede uno conseguir huevos de toro. La modernidad de los callejones y de los centros comerciales, conoce a Rafa, él es “sitiocionista” (de sitio) y por ello sabe en qué sitio queda “Madecentro”, en la carrera 5 con calle 4 sur; y que Carliani Ropa, está en la Avenida 6 local 61. Y así, todo lo sabe. Él es el paseante de su propia paradoja… Sabe tanto Rafa del pueblo, que lo llaman para que ubique en qué sitio quedan mejor los proyectos urbanos. Rafa es de los que abre caminos, no los cierra. Conoce dónde inician y comienzan las rutas; dónde las paradas y dónde las subidas… Y así, caminando, encuentra su destino…por ello, con ojo crítico hace correctas propuestas para corregir entornos urbanos en favor de la comunidad…No es mentira, la consciente sociedad toma nota de lo que dice Rafa sobre parqueaderos. Para Rafa, pasear o caminar es como un juego, una distracción; sus neuronas funcionan en el sentido de sus pasos. Él llega a un sitio y lo saludan antes de él saludar…Pero no pasea sin rumbo…es dueño de los caminos y de los atajos, sabe cómo llegar temprano y, ahora que por culpa de la pandemia es tiempo de hacer “colas” para todo, es el primero en las filas…Rafa conoce los sonidos y olores de su pueblo por sus pasos… Según dicen, Rafa caminó a los cinco meses y lleva algo más de sesenta y pico haciéndolo dejando atrás a muchos amigos que, bastón en mano, ya no le marcan el paso…Desde niño, era el primero en llegar puntual a la escuela, al parque, a la cancha; al cine, para encontrarse con su novia, a la estación del tren para que el tren nunca lo dejara y el tren nunca lo dejó… y por eso, los policías que le conocen caminante, le consultan, porque él sabe de su pueblo lo más escondido… Y, sin que estos le pidan documentos de identidad, ahí va Rafa, Rafa en tiempos de pandemia, un caminante sin pico y cédula… |
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