Abel Ros.- Tras la derrota de Ciudadanos en las elecciones catalanas, un periodista – de un medio de renombre – me preguntaba acerca de lo sucedido. Quería saber por qué las filas de Inés habían perdido 30 escaños en los últimos cuatro años. Por qué Ciudadanos había pasado de ser la fuerza más votada en 2017 a la séptima en 2021. Y por qué Carrizosa levantaba tan pocas simpatías. Más allá de la baja participación electoral, argumento esgrimido por Arrimadas, la derrota de Ciudadanos invita a otras narrativas. La primera, y la deberíamos subrayar con amarillo, es el cambio de las circunstancias sociopolíticas. El procés ha perdido fuelle en los últimos años. Ciudadanos ya no es el refugio para los votantes cabreados de izquierdas y derechas. Ya no es un partido con anclaje en Cataluña sino una opción, como otra cualquiera, dentro del espectro nacional. Esta pérdida de identidad con "lo catalán" ha suscitado un éxodo de votantes hacia otros partidos más definidos.
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