Por Abel Ros.- Uno de los motivos por los que no abandono este blog no es otro que mi carácter. Mi personalidad no encaja en casi ninguna cabecera. Aunque en los medios que escribo – que son muy pocos – tengo libertad de expresión, faltaría más, existe – no nos engañemos – una línea editorial que determina, de alguna manera, el sentido de las plumas. Los periódicos, y esto no es nada nuevo, barren para su clientela. Aunque su producto sea la información, que lo es, su objetivo radica en vender ejemplares. Detrás de los medios de comunicación hay redactores, jefes de sección, repartidores y administrativos, entre otros. Trabajadores que pagan sus hipotecas, compran en el supermercado y luchan, como todos, para mantener su empleo. En la prensa, como diría un viejo conocido: "o pasas por el aro, o tienes los días contados". Tanto es así que los periodistas trabajan a sueldo de los lectores. Los lectores son quienes marcan, y que nadie se lleve a engaño, la rúbrica de las plumas. Son ellos quienes deciden si compran ABC, El País o La Vanguardia, por ejemplo.
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